Forjé

por Elisa C. Martínez Salazar.

Forjé en tu vientre encantado
la semilla misma de mis pasos,
esos que quise dar en invierno al mundo.

Y sé hoy que las criaturas
del tiempo callan odiando.
Se abandonan a suertes de miseria
y humedad, pero yo corro
a veces por la calle solitaria
del candor perdido y busco la dicha
en la inocencia que tuvo algún niño.

Mas corro y vuelo y los niños
ya son migajas sin cuerpo.
La desesperación les corroe
lo que les queda en espíritu.

Mi semilla florece, ajena,
donde no hay vientos inhóspitos.
Crece en un hogar tibio, con rostros
sonrientes. Mi semilla ignora que
añoro la nostalgia de la que fuera
su existencia. Mi semilla es mártir y
tu vientre sin amor engaña:
seduce para caer en la trampa
de nuestras palabras.

Te pierdes mientras coses heridas en
las venas de marfil y mis motivos se
escurren entre tus grietas.
Quedan las almas vacías. Las rosas negras
florecen tiernas.

Arrullo mi semilla con brazos de viento,
mas tu vientre está desnudo
y es inútil arrancarte el invierno
y pretender devolverte a este mundo.

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